Reseña:
Hace medio siglo, el 2 de diciembre de 1969, murió José María Arguedas, cuando ya era un consagrado novelista, con varias obras traducidas al francés, alemán e inglés, y con un prestigio consolidado en el ámbito académico nacional e internacional. Pero la muerte de Arguedas supuso no solo la pérdida de un novelista sobradamente conocido en su medio, sino también la de un personaje polifacético, destacado en varios campos profesionales, como educador, antropólogo, investigador, traductor, recopilador, promotor cultural y poeta quechua. Si bien su faceta de narrador fue la más reconocida, su labor poética en quechua no corrió la misma suerte, quizás porque él mismo había empezado a escribir poesías en quechua tardíamente, todavía a partir de 1962, y de manera esporádica y circunstancial, o tal vez porque, en ese entonces, la poesía quechua ocupaba un espacio más marginal incluso del que hoy ocupa.
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