Reseña:
¿Dónde situar la poesía de un escritor? Esta pregunta lleva consigo el riesgo del equívoco, salvo si se formula sobre la escritura del poeta peruano. En efecto, la pertinencia de esa interrogante nace de cierta inquietud ante la figura que la exégesis y la crítica de los más diversos horizontes han construido sobre los textos vallejianos. Basta aludir a dos orientaciones que generalmente emplazan esta poesía: el arquetipo logocéntrico de la biografía de Vallejo en el discurso pedagógico de la literatura en lengua española, como derrotero en las sendas perdidas de la historia monumental de la creación literaria, y la emotividad opaca resultante de la inflación verbal tan cara a la crítica descontrolada. Ambas direcciones persiguen efectos de dominación cultural, al horadar —con lirismo confusionista— los modelos organizadores del espíritu humano (religión, psicología, filosofía, etc.), “buscados” y naturalmente “encontrados” en los versos de Vallejo. Para estos ejercicios, emplazar, ubicar el discurso poético de Vallejo, no supone otra tarea que la de sellar esa escritura, con el énfasis erotómano propio de las archilecturas estetizantes.
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